julio 13, 2009

'el apurado'

en la sección una imagen, un relato, hoy les publico una foto que sacó poldi hace un tiempo en mitre y córdoba, corría esa tarde de diciembre y él pudo captar el momento en que la muchedumbre cruzaba la calle.
recordando la foto se me vino a la mente el siguiente relato que denomino 'el apurado'


"no puedo, estoy al palo".
Esa era la frase preferida de Miguel. Él era un pibe, bueno, un tipo que laburaba mucho y creía que todo en la vida era guita, que el tiempo se pasaba y que lo peor que podías hacer era perder tiempo sin hacer plata. ¡Como le gustaba la guita a ese pibe! Se despertaba y veía qué podía hacer para ganar más plata, desayunaba un café apurado mirando el noticiero y escuchando las noticias en la radio. Sin siquiera terminar la taza solía irse a laburar en Telecom, trabajaba en un puesto intermedio, es decir, no importa el cargo, lo importante es que ganaba buena plata, pero le suministraba altas dosis de estrés y le dejaba un poquito de tiempo para hacer unas pocas cosas más al día, pero él se las rebuscaba y siempre estaba en ese rato para ver, planear o ejecutar algún negocio. Sus relaciones generalmente fracasaban porque las mujeres les decía que no las atendía, que no les prestaba atención, por lo tanto al poco tiempo lo mandaban a mudar. Ni para el día del amigo lo veíamos. Para mi cumpleaños pasó 5 minutos, comió un pedazo de pizza, habló por celular, comió otro contestando un mail desde ese teléfono, tomó un vaso de cerveza, atendió un llamado, dijo "uh, hasta las bolas..." y se fue. Después llamó y se disculpó mientras manejaba, me dijo algo de una licitación que le tenía que salir que podía llegar a hacer una buena diferencia, me prometió que al día siguiente nos encontrábamos en el bar de siempre a las 7. Nunca apareció. Unos días más tarde me crucé a la madre caminando en bv. Oroño, le pregunté si Miguel estaba bien, que me había dejado plantado, pero me dijo que si, que solo era un despelotado que vivía a mil todo el día, que le había hecho lo mismo el día de la madre, y eso que cae domingo! Lo llamábamos para jugar al fútbol y no podía, un asado el sábado a la noche "...se me complica..."; tomar unos porrones frente al río "... me encantaría, pero salgo de una reunión y entro a otra...". Y no solo con nosotros que éramos sus amigos, también con los de la facultad y con los del club. No se veía con nadie por más de cinco minutos. Te miraba y decía "... estoy al palo..." y se iba. Así se perdió un par de reuniones, la despedida del cabezón, el asado homenaje al famoso gol de chiripa del 'lechón', ese que hizo cayéndose y que nos dio el intercolegial de 5to año, solo estuvo cinco minutos cuando nació el primer hijo de uno de la banda, Joaquín, el pibe del tincho. Siempre "al palo", sin tiempo para parar la pelota y levantar la cabeza, parecía el Piojo Lopez en su época de desbocado. Pero un día nos tapó la boca cayendo con un Porsche en la canchita. Nos dijo que le había caído un negocio del cielo, que había cobrado muy buena guita, que ahora era el tiempo de a parar. A los tres días nos llama el gordo, en una esquina a las 7 de la tarde le quisieron chorear el auto, le apuntaron y dispararon. Es irónico, los dos celulares en el bolsillo de la camisa le salvaron la vida, los ladrones tenían una 22, la bala pegó en uno y se desvió en el otro, hiriéndolo un poquito nomás. Aceleró a fondo y escapó de 0 a 100 en 4.3 segundos. Nosotros nos dijimos, listo, ahora cambia de vida. Siguió igual, no cambió nada. A los cinco meses, le dio un infarto, casi se nos va de nuevo. Siguió igual, no cambió. Tampoco cambiamos nosotros, lo seguimos llamando y él no viene, ayer pasó solo cinco minutos para mi cumpleaños, estaba "al palo".

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