septiembre 08, 2009

"Francisco"

hoy en la sección 'una imagen, un relato', tenemos una historia basada en hecho reales.



"Francisco"

Me llamo Francisco, soy una persona como cualquier otra. Vivo en Vicente Lopez, provincia. Muchos dicen "ah, buenos aires, un porteño tarado", pero no vivo en capital, no soy porteño, soy de provincia.
Tengo una hermana melliza, Violeta, pero hablaremos de ella más adelante. Ahora nos centraremos en mi.
No tengo mucho que contar, salvo una pequeña historia que me ocurrió el otro día y es por eso que les estoy hablando.
Fue un día habitual en mi vida, no los aburriré con la rutina diaria porque se la deben imaginar, qué cosa diferente a los demás hace un nacido en provincia? Nada...
Pero ese día fue diferente, no lo se todavía, pero en el ambiente había algo raro. Lo sentí? Lo percibí? No lo se, había algo.
Como siempre la mañana no trajo mucho trabajo, pude descansar bien luego de una noche agitada, pero quién no tiene una noche agitada hoy en día? No se puede descansar tranquilo, sirenas de policias, ruidos extraños, la inseguridad que azota en todos lados, el stress con el que se vive a veces hace que no pueda dormir bien.
Lo peor, y por eso estoy contando esto, vino al mediodía.
Estaba muy tranquilo cuando de repente sentí ese dolor en mi estómago. Digo ese dolor, porque es algo recurrente desde hace un tiempo, primero es leve, y luego es algo insoportable, hace que me retuerce en la cama, que me vuelva un ovillo y cuando no puedo más les aseguro que lloro. Puede parecerle tonto, pero llorar me alivia, es una gran descarga que siento y creo que todos deberían llorar más. Yo a veces veo que la gente tiene ganas de hacerlo, pero lo reprimen, lo esconden, lo meten para adentro. Yo, según mi experiencia, puedo asegurar que llorar hace bien.
Bueno, volvamos al otro día. Sin otra cosa por hacer del dolor, comencé a llorar, primero para aliviar el dolor y luego con todas mis fuerzas para ver si alguien me podía socorrer. Les aseguro que el dolor era impresionante, nunca en mi vida me había dolido tanto alguna parte de mi cuerpo.
Se acuerdan que les comenté que tenía una hermana melliza, Violeta? Bueno, ella comenzó a llorar también, no se si en signo de adhesión a mi dolor o si a ella también le dolía algo. La cosa es que con nuestros llantos atrajimos a nuestra madre.
Ella no se demoró en darse cuenta que nos pasaba y enseguida se sentó, sacó la comida al aire y nos puso en posición.
Yo no lo podía creer, la comida estaba servida, una entrada, un principal y el postre, todo en uno! Comencé a comer y mis dolores se calmaban de a poco, Violeta a mi lado hacía lo mismo. Que rico estaba. Sentí que en ese momento todos los problemas que me aquejaban desaparecían. Todo gracias a mi mamá, y a mi llanto.
Les dije que tiene un gran poder el llanto? A mi me sirve mucho.


2 comentarios:

merys dijo...

Para conseguir comida,siendo grande, hay que llorar?...
La foto me impresiona y me da ternura a la vez...!!
besitos...!!!

Anónimo dijo...

Hola Pablo:
soy M Emilia, la tía lejana de Viole y Fran; lejana por la distancia, no por parentesco.
Qué sorpresa encontrar esta vena literaria de mi pequeño sobrino!!!!!
Como una tía babosa que soy, infiero que la sacó de lado paterno, al cual pertenezco.

Ya fuera de broma, estos niños son una ternura y le han dado un aluvión de vida a sus Abuelos, Chichita y Ramón; supongo que a los otros también.
Gracias por escuchar la voz de los más pequeños
Un abrazo desde España......